El tesoro de Barbastro. Testimonio del formador claretiano.
En 1995, llegué a Barbastro como novicio, atado a mi silla de ruedas, gracias a una escayola en mi pierna izquierda. Hacía menos de tres años de la Beatificación de nuestros Mártires y aún se respiraban los aires de la novedad y el estreno en el Museo, la casa, la comunidad, las explicaciones, los monumentos, las visitas.
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